jueves, 12 de abril de 2012

Almeja

Flores bobas por toda la hoja,
el corazón abierto sobre la mesa.
Un nudo que impide hablar,
otro impide pensar, y otro
me pinta una sonrisa falsa
que me deschava en un instante.

Me río, sonrío, frunzo el ceño, suspiro.
Tomo agua; más flores y garabatos,
para evitar decir lo que muero por gritar.
No tiene sentido, no cierra;
no puede ser.
¿Qué importa? ¿Qué tiene que ver?
Nada, nada, nada.
Son solo flores en papel.

De secretos y cadencias

La mente, al igual que la tierra, es un pseudo universo rebosante de secretos. Y es costumbre del hombre investigar, cuestionar, y hasta develar esos secretos, sin darle importancia al desorden que se deja atrás. Porque es de creencia popular que está en el orden natural de las cosas la iniciativa de volver todo a su lugar- original o correspondiente, según sea el caso.
Pero a veces sucede que hay verdades cuya fuerza es mayor a la que uno puede soportar, y el sistema- por más fuerte que haya sido- se colapsa y derrumba en un instante.
Hay secretos que pueden, a simple vista, significar tanto (o tan poco) como una nota equivocada en una melodía; pero si se mira en perspectiva puede que esa nota demás, ese secreto demás, eche a perder la cadencia casi perfecta de una melodía que ya no puede recuperarse.
Hay ciertas cosas que no deben ser pensadas. Ciertos secretos sobre los que no se debe ahondar, y ciertas verdades- ajenas o propias- que sería mejor que permanezcan enterradas muy, muy profundo.
1-03-2012