domingo, 19 de febrero de 2012

Cada vez que toco un poco fondo

-Una semana-dijiste-. Dos, tres.
Así como si nada. Como si fuera poco. Como si no significara nada.
-Capaz tres, cuatro.
Como si nada.
¿El corazón? ¿Lo perdiste? ¿Lo guardaste en un cajón? ¿Lo diste de baja? Sea como sea, no está.
Venís, te sentás en el piso de mi cuarto. Me anticipás. Como si supieras que, de estar en otro lado, mi primer impulso sería correr a refugiarme acá.
Me cortás la única salida fácil. Y yo escribo pelotudeces.
Los odio.
Los amo.
Me matan.
Me muero.
Quiero escaparme. Pienso en tomarme el vodka que tengo escondido, ese que sobró de Bariloche y que tantas cosas escuchó. Pienso en hablar con mi oso, pedirle que me consiga un faso. En cortarme las venas no, eso no sirve. Irme al carajo (literal o metafóricamente), sí. Lastimarme, no.
Desvarío otra vez.
Siempre odié ser muy inteligente. (No, creéme, ahora no desvarío ni me agrando). Bah, capaz concienzuda se la mejor palabra. Tengo la conciencia muy consciente. O sea.
Y siempre lo odié. Porque miro tanto los dos lados de las cosas que ni siquiera puedo enojarme. Como ahora.
Un lado de mí, el animal, está que hecha humo. Quiere romper todo, mandar todo a la mierda. El otro lado es el que no me deja llorar, el que me hace estar acá, semi acostada escribiendo toda esta sarta de pelotudeces en un diario regalado. El lado que me quiere hacer creer que tal vez esto sea lo mejor.
Bullshit. No hay forma de que sea lo mejor.
Pero mi lado analítico piensa que sí. Por ende la mitad de mí piensa lo mismo.
Soy mitad análisis, mitad sentir. Exactamente.
Y no sé qué más escribir, pero me saca.
Uno se sienta en el piso y me habla como un robot, como si nada.
-Una bip semana bip tal bip vez bip dos bip bip bip.
Tal vez un mes bip.
Tal vez para siempre bip.
Tal vez no puedo escucharte más bip.
Tal vez me voy corriendo al baño bip.
Tal vez lloro bip.
Tal vez mamá me abraza bip.
Tal vez querés seguir hablando bip.
Tal vez te mando a la mierda bip.
Tal vez mañana te extrañe bip.
Tal vez quiera darte un abrazo bip.
O tal vez una piña a ver si reaccionás y la cortás con el discursito de morondanga que ya no soporto y me da ganas de matarte bip.
Yo sabía bip.
Y cuando parece que todo está tranquilo, bip bip bip bip vuelve el robot al ataque, bipsiguiendo con su bipdiscurso bippatético. Bullbipshit.

domingo 18 de septiembre de 2011

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