Cuando una guitarra se desafina, uno puede hacer dos cosas: afinarla otra vez, o dejarla como está. Si se la deja desafinada, es posible seguir tocando, sí, pero la armonía de las cuerdas combinadas se corrompería, y el sonido sería impuro. Al afinarla, todos los problemas desaparecerán... por un tiempo.
Pero si las cuerdas se rompen, se cortan, las soluciones son muy diferentes. Como primera, y más simple, pueden cambiarse. Tal vez sólo la que se rompió, o tal vez todas, ya que estamos- para que estén todas nuevitas, ¿no?
Segundo, aunque no estoy tan segura de que sea posible, supongamos que una cuerda rota puede arreglarse, pegarse con La Gotita, unirse con un nudo, un pedacito de chicle, lo que sea. Definitivamente el resultado será frágil, un mero reflejo de lo que fue. Pero tal vez por cariño a esa vieja guitarra y esas viejas cuerdas que te acompañaron tantos años, decidís intentarlo. Al fin y al cabo, una cuerda arreglada siempre será mejor que una rota.
Y como tercera opción, podés tomar la guitarra, observarla un largo rato; y preguntarte por qué carajo te preocupas tanto por el estúpido instrumento si, después de todo, ya no te interesa tanto.
Tenés la guitarra, tenés las opciones. Tu cuerda está rota. ¿Qué vas a hacer?
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